La cultura de seguridad como motor del éxito empresarial
En muchas empresas chilenas, la seguridad sigue siendo vista como un requisito normativo en lugar de un pilar estratégico. Esta percepción limita su impacto potencial no solo en la protección de los trabajadores, sino también en la sostenibilidad y productividad organizacional.
“La seguridad no solo es un deber moral hacia los trabajadores; también es una inversión en el futuro de las empresas,” señala Cristóbal Guivernau, Manager de Tack TMI – Chile, destacando la importancia de integrar esta práctica como un valor organizacional.
El panorama no es nuevo, pero las cifras demuestran que aún queda mucho por hacer en esta materia. Iniciativas como el “Cuadro de Honor en Seguridad y Salud Laboral” de la Cámara Chilena de la Construcción representan un paso positivo, al reconocer a empresas comprometidas con la seguridad de sus colaboradores. Sin embargo, como menciona Guivernau, “premiar no es suficiente; debemos superar barreras como la falta de compromiso de la alta dirección y el enfoque exclusivo en regulaciones.”
El liderazgo emerge como un factor determinante. En sectores como la minería, el compromiso directivo ha demostrado ser un catalizador de resultados significativos, reflejados en la reducción de accidentes fatales. Este enfoque, además de salvar vidas, fortalece la productividad, mejora la satisfacción laboral y fomenta la retención de talento clave.
Para que la seguridad deje de ser un simple trámite administrativo, es necesario integrarla en el ADN empresarial. Esto requiere líderes comprometidos, comunicación efectiva y la participación activa de todos los niveles de la organización. Herramientas como la Curva de Bradley pueden ser útiles para medir el progreso hacia una cultura proactiva, identificando áreas de mejora y consolidando una visión estratégica.
Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas (pymes) en Chile enfrentan desafíos particulares, como la resistencia al cambio y la falta de recursos. A pesar de estas dificultades, adaptar las mejores prácticas a su contexto sin sacrificar la calidad es un paso urgente y posible.
En última instancia, la seguridad no debería ser vista como un gasto, sino como un motor de sostenibilidad y éxito a largo plazo. Como afirma Guivernau, “cuando la seguridad se convierte en parte integral de la cultura organizacional, los resultados son profundos y duraderos.”
Este artículo está basado en información proporcionada por El Mostrador.